jueves, 21 de junio de 2012

Arena

Ayer recordé algo. No sé cómo salió el tema, pero tampoco es muy complicado; aproximadamente el noventa por ciento de mis conversaciones giran en torno al sexo...Sí, hablábamos del morbo de follar en lugares públicos. Me encanta.


Fue hace dos Julios. Me moría por ver a Gorillaz y Lilly Allen, y por llevármelo conmigo al FIB. Quedaba sólo un día de festival; llevaba casi tres sin dormir, y la ingestión de alcohol había sido considerable. La noche empezaba con una resaca como un piano, un par de Ibuprofenos, muchos petas, y... él. 

Lilly Allen había decidido que prefería drogarse que actuar; teníamos una botella de ginebra del palo y cincuenta pavos, y el cubata estaba a siete y medio; mal pintaba. En cuestión de dos horas nuestro presupuesto pendía de un hilo; pero inexplicablemente, nosotros íbamos como cubas. Supongo que algo tendría que ver los tres días seguidos de borrachera; él decía que en su caso eran las bebidas blancas (y el whisky, y....). Quedamos con sus amigos. Gorillaz. Mucha gente, mucho calor; yo en bikini y él sin camiseta. Noté una cabeza entre mis piernas, cómo alguien me cogía de las manos, me levantaba en el aire, y la sensación de estar volando. Increíble. Sé que sonó "Clint Eastwood". Eso es lo último que recuerdo, después ya estábamos solos. 

Yo bailaba como una loca, él no me quería besar. Sólo me miraba y se reía; yo no le veía la gracia y seguía intentándolo. Le gustaba ponérmelo difícil; pero yo le conocía, si se reía le picaba. Esa noche iba a caer; lo sabíamos los dos, pero yo me desesperaba mientras él seguía en su línea. Empecé a seguirle el juego; en unos minutos tenía su lengua, y mi culo era propiedad de sus manos. Da morbo, mucho morbo, el estar metiéndonos mano descaradamente rodeados de miles de personas. Llega un momento que pierdes la noción del espacio; y ya no es que paséis desapercibidos, es que os están mirando. Su polla me quería, y mi cuerpo entero le quería a él. Ya. Había mucha gente y nos daba igual. Me senté encima de él y empecé a besarle, me apartó el bikini y empezó a chuparme los pezones; estaba muy húmeda. Le desabroché la cremallera del pantalón y me puse a jugar con su polla. No sé si fue porque teníamos al lado una pareja en la misma situación que nosotros, por el tío que había en el suelo a nuestros pies, o porque teníamos detrás un puto "Policlean" y unos cuantos borrachos meando; pero cachondos perdidos, nos levantamos y empezamos a caminar.

Llevábamos más de media hora andando, y yo seguía casi tan cachonda como al principio. No le dejaba andar; le paraba a cada veinte metros para jugar con él a ver si echábamos un polvo en cualquier rincón de la calle, donde fuese me daba igual, pero él seguía haciéndome esperar. Por fin llegamos a la playa; me llevó detrás de unas hamacas, se tumbó en la arena, y me tiró literalmente encima de él. Me quitó la camiseta y el bikini en menos de tres segundos, se quitó los pantalones y estiró de los míos, para tirarlo después todo al suelo. Se puso a comerme las tetas mientras yo le hacía una paja sentada encima suya; me besaba la boca y los pezones como loco, y yo ya no aguantaba más. Tumbé su espalda en la arena, y me metí su polla; empecé a bailar con ella dentro de mí como sabía que le gustaba, para volverle aún más loco, y yo con él. Me movía arriba y abajo, sintiendo cómo golpeaba dentro de mí, cómo chocábamos, la intensidad de cómo me lo estaba follando. Él empujó mi cuerpo contra el suyo y me besó con ansia, su lengua jugaba con la mía al ritmo que nuestros cuerpos se movían. Había amanecido; él tumbado en la arena comiéndome la boca y yo encima suya, con el culo en pompa, follándomelo con todas mis ganas. Notaba cómo se movía su cuerpo al tiempo que el mío, cómo me la clavaba cada vez que mi clítoris le rozaba, lo mojada que estaba después de casi una hora de sexo salvaje. En ningún momento dejó de metérmela; ni cuando se paró el camión que limpia la playa a tres metros de mi culo, ni cuando se incorporó, ni cuando le dijo al conductor qué miraba. Yo tampoco paré de follarle, ni cuando sabía que nos estaban mirando. Él quería que me corriera, me pedía que me metiera mano, que me tocara el clítoris; yo lo hacía en círculos mientras seguía penetrándome. Cada vez más rápido, más rápido, y cada follada más profunda; el me miraba mientras yo gemía, hasta que no pude más. "No la saques", le dije. Le di un minuto de tregua a mi cuerpo; él estaba muy cachondo y quería que se corriera. Volví a mover mi cuerpo; esta vez con fuerza, con ansia, como le gustaba. Cada vez él gemía más seguido; le pedí que me avisara para que se corriese en mi boca. 



Sacó su polla de mí, y me la metió en la boca; empecé a comérsela, succionándola, lamiéndola, disfrutándola; como había pasado conmigo, cada vez más rápido, cada vez más rápido... Me encanta.
Acabé de arena hasta el coño. Literalmente.


Nuestro último polvo fue hace tres semanas, y ésta vez es el último de verdad; han sido más de dos años de locura sexual de los que guardo experiencias increíblemente morbosas, de los que he aprendido mucho, de los que sé que escribiré, de los que me llevo intensos orgasmos, muchísimo placer, y el saber dejarme llevar.


Quería empezar la entrada diciendo que me muero por follarme a alguien que he conocido; que llevo una semana pensando lo muchísimo que me gustó su polla, y la reacción de mi cuerpo ante el suyo. Me hubiera gustado empezar diciendo que tengo ganas de demostrarle lo que ha leído, que nos merecemos echar un polvo de esos que hacen historia, y que sé que la espera va a merecer la pena. Iba a comenzar mi relato diciendo que he conocido a alguien con el que mi cuerpo sabe que puede sacar su lado salvaje; que me pone a mil con que sólo me toque, que me pongo a mil de sólo pensar en que me folle.



*Ángel Caído*

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